martes, septiembre 12, 2006

La Historia de X

X mira su reloj, por tercera vez. Han pasado más de veinte minutos y sólo ha avanzado un par de sitios en la larga fila del mostrador tras el cual un grupo de adolescentes ataviados con ridículos uniformes desquitan un pobre salario. La gente que está formada delante y detrás suyo muestra todo un catálogo de rostros animados, felices, que parecen gritar ésto es la libertad, demos Gracias al Señor.

X mira con una sonrisa forzada al animadísimo grupo que le saluda desde el fondo de la atiborrada sala. Mira a una chica que se destaca entre las demás. Le gusta. Me recuerda a Britney Spears, piensa mientras le sonríe moviendo la mano, devolviendo el saludo que ella le envió en primer lugar. Está cortejándola. Por eso está formado en esa ridícula fila.

X avanza un par de pasos más y piensa en la gravedad de la situación actual que vive el mundo, que se traduce en la debilidad de las monedas que carga en su bolsa, en el cheque siempre insuficiente que su padre recibe a fin de mes. Quisiera no ser tan consciente, ser como sus amigos, a los que les importa un pepino la guerra o el peligro que él sabe que representa el imperialismo, pero no hay remedio, le preocupa que haya un gobierno capaz de aplastar un país entero en aras de intereses no siempre claros ni justificables, sin tomar en cuenta nada más que su propia opinión. Cómo fue que se le permitió obtener tanto poder, se pregunta intentando encontrar una conclusión que explique algo, por ejemplo el porqué el mundo entero debe cumplir las ordenes de un imperio autoritario que mata, roba y difama en nombre de Dios y del Bien.
Por qué debemos bailar a su ritmo, se pregunta mientras avanza un paso más en la fila.

-Tres big Mac's con queso, papas Libertad, dos cocacolas y un espráit sin hielo- dice la señora que está delante de él, al tiempo que da un ligero paso hacia atrás pisando sin intención los tenis Nike recién sacados de la tienda por X, que acepta la disculpa con una sonrisa mientras se quita su gorra de los Laker´s para avanzar hasta la caja y ordenar sus paquetes de comida rápida.

X mira su reloj por cuarta vez y comprueba que el tiempo que resta para terminar de comer se ha ajustado, y él y sus amigos tendrán que apurarse un poco si quieren entrar a la sala antes de que comience la película en el enorme cine del complejo comercial. Es una cinta de acción filmada en Hollywood, que muestra un montón de chicos buenos en riguroso traje militar, pateando el trasero de algún dictador o algún marciano, o destruyendo un asteroide, X no está muy seguro, de cualquier modo es la historia de un grupo heroico de "americanos" salvando al mundo, Dios los bendiga.

X vuelve a la mesa cargando hamburguesas, refrescos y paquetes de papas Libertad (antes eran "a la francesa", pero de unas fechas para acá... ordenes son ordenes, Llu nou guat ái mín?) En la mesa, sus amigos ríen, hablan a gritos con un lenguaje recargado de anglicismos, todo ahí es cool y Óu quéi y náis, y a nadie le importa un carajo que al otro lado del océano las tropas imperiales estén acabando con un país entero. A X tampoco, porque por ahora se limita a admirar el trasero de su Britney particular de largos cabellos de color rubio artificial.

En las bocinas comienza a sonar una cantilena de Eminem y todos, X incluído, se levantan y mueven sus mansos traseros de mandriles amaestrados al ritmo de la música, como las generaciones anteriores lo hicieran con sus Madonas y sus Máicoles Llácson's y sus Elvis Presleys.

X ya no se pregunta cómo es que se le permitió al Imperio llegar a tener tanto poder: la verdad es que no tiene la menor idea ni ganas de saberlo, porque la información grabada en su cerebro le dice que el verdadero valor de la Libertad es tener el poder de dar un paseo por un lujoso y primermundista "Mall" y comer hamburguesas con queso, regadas con cocacola...

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