domingo, agosto 13, 2006

Milenio, a la lista negra

El problema de que seamos un pueblo que lee poco está en que fácilmente podemos ser presa de quienes saben usar el lenguaje. Un claro ejemplo está en el uso de los signos de puntuación y demás aditamentos gramaticales de que está revestida nuestra lengua.

Hay quienes hablan y refuerzan lo que dicen poniendo comillas con los dedos, como quien dice, y aquí imaginemos el ademán que se hace con ambas manos extendidas hacia arriba y doblando rítmicamente los dedos índice y medio de cada mano, a la altura de las orejas: "entrecomillando verbalmente". Hay gente que confunde las marcas y dice cosas como, entonces estaba Juan, entre paréntesis, trabajando.

El caso es que todos esos signos revelan emociones e intenciones. Por eso fue que decidí cancelar mi suscripción al diario Milenio. Porque me harté de leer artículos en donde se entrecomillan palabras clave, siempre en boca de Andrés Manuel López Obrador, insinuando que sus palabras siempre son supuestos, amparados probablemente en la verdad de que el tribunal federal electoral (con minúsculas, faltaba más) aún no ha dado el fallo que decide quién será el presidente electo de México. Pero cuando se trata de Fecal ponen las notas dando por sentado que ya ganó, con minuciosidad y precisión. Tal desproporción no puede ser otra cosa que una provocación. Por eso mandé a la mierda al Milenio, por eso y porque me cansé de leer errores de estilo que rayan en lo estúpido, porque me cansé de leer a sus editorialistas, la gran mayoría de los cuales son una caterva de imbéciles, me cansé de lo que seguramente es la peor sección de espectáculos de todo el continente, pero sobre todo, me cansé de Carlos Marín.

Po eso, a la mierda con Milenio Diario.

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